Mi padre cazaba y pescaba, casi como un ritual.
Preparaba sus moscas cuando pescaba en el sur o sus boyas cuando iba a la laguna. También cazaba, mamá lo cocinaba y luego lo comíamos, siempre caza menor, nunca quiso matar a un ciervo.
Un día estábamos en el mar, había pescado un enorme pez limón, a la noche comenzó a practicar con esa cabeza su primera taxidermia. Yo fascinada observaba su trabajo, su arte. ¿Le pregunté qué estás haciendo? Lo estoy eternizando, me dijo. De ahí en más quedé obsesionada con el tema.
A partir del año 2007 empecé a investigar el mundo de la taxidermia, viajaba, estudiaba el porqué y el para qué de coleccionar estos animales embalsamados.
De ahí surge taxidermia una serie que no termina nunca, lobos, faisanes, ciervos, peces, gallinas y garzas entre otras especies. Mezcla de mosaico, cuero, pieles, cristales ojos de vidrio y sobre todo como un homenaje a mi padre.
